Francisco Morandé Ruiz-Tagle es arquitecto de la Universidad de Viña del Mar, quien se trasladó al sur de Chile en 1998. Actualmente reside en la ciudad de Puerto Varas. Entre los años 1998 y 2015, trabajó estrechamente con Douglas Tompkins en el diseño de la infraestructura de los Parques Nacionales Pumalín y Patagonia, desarrollando tipologías arquitectónicas locales con un enfoque centrado principalmente en la belleza del paisaje y la integración de las obras con su entorno natural. Esta experiencia ha marcado profundamente el diseño de sus proyectos hasta la fecha.
Su devoción por la belleza y el estilo vernáculo regional está plasmada en las cientos de construcciones en las que ha desarrollado a lo largo de su carrera. En total, ha diseñado y construido más de 50.000 m² en diversos ámbitos, como el residencial, comercial y de equipamiento, además de desarrollar Planes Maestros y proyectos de ordenamiento territorial que siguen en curso.
CONCEPTO
Énfasis en lo artesanal
Proponemos integrar en nuestros proyectos una estética artesanal que rescate los oficios ancestrales, transmitidos de generación en generación. Al igual que en la naturaleza, muchos de estos conocimientos están en peligro de extinción, por lo que valorarlos y preservarlos resulta fundamental.
No Existen Detalles Menores
son los detalles los que determinan que una obra sea bella o especial. Cada elemento, por pequeño que sea, debe poseer una característica propia, una razón de ser y una forma particular que lo distinga. Los buenos diseños se definen en estos detalles.
Sustentabilidad
Nunca debemos perder de vista el impacto que los edificios tienen en nuestro medioambiente, ya que el sector de la construcción es uno de los más contaminantes dentro de las actividades humanas. Al diseñar, es fundamental optar por materiales que, una vez finalizada su vida útil, puedan ser reutilizados o volver a la tierra sin dejar rastro.
La clave está en aprovechar los recursos naturales de manera preferentemente “pasiva”, considerando el emplazamiento y la orientación de los edificios para maximizar el uso de la luz natural, aprovechar pendientes y utilizar la vegetación como barrera natural contra vientos y lluvias. Asimismo, es fundamental emplear materiales reciclados y otros elementos que reduzcan la demanda energética tanto durante el proceso constructivo como en el uso posterior del edificio.
Reconocimiento del lugar:
Es fundamental “proyectar con la naturaleza” y no en su contra. Al intervenir en un bosque, una pampa o en espacios sin regulaciones urbanas, el primer paso es observar y comprender el funcionamiento del entorno, descubriendo sus propias leyes para integrarlas al proceso de diseño. Establecer un diálogo armónico con el entorno permite que las construcciones se integren de manera sutil en los paisajes naturales, respetando su esencia y participando activamente en la preservación del equilibrio ambiental.
Identidad:
La buena arquitectura debe concebirse teniendo en cuenta la cultura del lugar, su gente, su historia, la geografía y el clima. Todos estos elementos son fundamentales para definir la identidad de las obras. La naturaleza nos brinda herramientas valiosas para crear una arquitectura auténtica, con raíces firmemente ancladas en el territorio y en la esencia del entorno.